El 24 de enero de 1967 Chicago tuvo un día cálido. Según los pronósticos meteorológicos, bajaría la temperatura y en la ciudad podrían caer 4 pulgadas de nieve en la mañana del día siguiente. Pero la nieve que comenzó a caer unos días más tarde terminó siendo una tormenta mortal. Nadie estaba preparado.
La nevada comenzó el jueves 26 de enero. Unas 24 horas más tarde, ya habían caído 23 pulgadas de nieve. Las ráfagas de viento alcanzaron las 50 millas por hora y crearon grandes bancos de nieve. Miles de personas quedaron varadas en sus oficinas y escuelas. Como era difícil conducir, mucha gente dejó su vehículo y siguió a pie hasta su destino. En las calles y en las autopistas quedaron abandonados unos 50,000 carros y 800 autobuses. Los aeropuertos de Midway y O’Hare cerraron ya que un ventisquero de diez pies cubría las pistas de Midway.
El viernes dejaron de funcionar las escuelas y los comercios. El alcalde Richard J. Daley pidió ayuda a los habitantes de Chicago. Estos salieron a ayudar a los trabajadores municipales a despejar las calles. Además de las 500 barredoras de nieve de Chicago, llegaron barredoras de Iowa, Wisconsin y Michigan. La ciudad necesitó tres semanas para sacar toda la nieve de las calles.
Durante la ventisca, se usaron helicópteros para entregar medicamentos y llevar comida a la gente que estaba varada en sus carros. ¡Algunas personas iban al hospital en trineo! Por desgracia, murieron 26 personas durante la ventisca. Algunas murieron de frío, y otras sufrieron ataques al corazón cuando quitaban la nieve.
Aunque la ventisca causó muchos problemas en Chicago, mucha gente aún recuerda lo bella que se veía la ciudad y cuánto se divirtieron jugando con toda esa nieve.
Y tú, ¿qué piensas? ¿Qué tendría que haber hecho Chicago para prepararse mejor para la ventisca? ¿Qué lecciones crees que aprendió la ciudad tras la Ventisca de 1967?
Photo Credit: Howard B Anderson/Chicago History Museum/Archive Photos/Getty Images