¿Qué imagen te viene a la mente cuando escuchas la palabra momia? La mayoría piensa en las momias envueltas en vendas del antiguo Egipto. Estas momias pasaron por un largo proceso de momificación artificial.
Una momia es un cadáver que conserva sus tejidos blandos mucho tiempo después de la muerte. El tejido blando incluye la piel, los ojos y los órganos internos. Se pueden formar momias si se dan las condiciones adecuadas, si los descomponedores como las bacterias y los hongos no pueden llegar al tejido para descomponerlo. Los cuerpos se conservan.
A las momias artificiales del antiguo Egipto las hizo el ser humano. Pero si se dan determinadas condiciones, ¡la naturaleza hace sus propias momias! Estas condiciones suelen ser extremas.
Las bacterias y los hongos necesitan agua para sobrevivir. Por eso, en las condiciones de extrema sequedad del desierto pueden formarse momias. La arena además ayuda a conservar los cuerpos.
Las ciénagas son otro entorno donde se forman momias naturales. Una ciénaga es un humedal con grandes cantidades de materia vegetal en descomposición llamada turba. El agua de las ciénagas es ácida y carece de oxígeno, lo que mantiene alejadas a las bacterias y los hongos. Los científicos creen que el esfagno del musgo que crece en las ciénagas también ayuda a la conservación de las momias.
Las temperaturas bajo cero también pueden conservar los tejidos blandos. Las momias como el “Hombre de hielo”, hallada en el norte de Italia, están muy bien conservadas. A veces incluso se conservan la ropa, la sangre, el contenido del estómago y el pelo.
Puede que las momias naturales sean un poco escalofriantes, pero estos cadáveres espeluznantes son de gran importancia. Pueden tener miles de años y estar perfectamente conservados. Los científicos pueden averiguar cómo se vestían, lo que comían, cómo vivían y cómo murieron.
Y tú, ¿qué piensas? ¿Las momias naturales te parecen escalofriantes o geniales? Explica tu respuesta.
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