Hay muchos restaurantes en ciudades con climas fríos que se enfrentan a un problema. Comer en el interior de un restaurante conlleva un alto riesgo de propagación de COVID-19, porque implica que mucha gente esté sentada muy cerca sin llevar mascarilla durante mucho tiempo. Por esa razón, los gobiernos locales han impuesto restricciones al servicio en el interior de restaurantes. En Denver, Colorado, no pueden comer más de 50 personas en el interior. En Chicago, Illinois, han aumentado los casos de COVID-19 y las autoridades locales han prohibido comer en restaurantes hasta que disminuyan los casos.
Durante los meses de verano, muchos restaurantes pudieron seguir funcionando a pesar de las restricciones, ya que tenían mesas en sus patios al aire libre. Las autoridades locales han tomado medidas para ayudar a estos negocios. Por ejemplo, Denver permitió a los restaurantes colocar mesas en parqueaderos, jardines, aceras y carriles de tráfico para ampliar los espacios de servicio al aire libre. Denver ha decidido que los restaurantes puedan emplear estos espacios exteriores hasta octubre de 2021. Sin embargo, en ciudades como Denver y Chicago, la temperatura promedio en invierno es de unos 20 grados Fahrenheit. ¿Qué pueden hacer los restaurantes para que la gente coma afuera a temperaturas tan bajas? Están buscando ideas nuevas.
Algunos instalan carpas en sus aceras y usan calefactores y hogueras. Otros colocan una burbuja de plástico alrededor de cada mesa. Algunos construyen estructuras parecidas a un iglú, llamadas yurtas, una versión modificada de un tipo de carpa que usan los nómadas mongoles. Hasta hay concursos donde se premia el mejor diseño de estructuras para comer al aire libre.
Y tú, ¿qué puedes hacer? Imagina que tienes un restaurante. ¿Qué harías para asegurarte de que tus clientes coman de forma segura al aire libre en un invierno frío?
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